Antaño inventos como la imprenta, la radio y la televisión hicieron accesible la información a amplios sectores de la sociedad. La velocidad de la información fue en aumento, desde los libros y panfletos, que conseguían amplitud sin mucha velocidad hasta los tiempos actuales en los que podemos enterarnos de algo que pasó hace media hora en nuestras antípodas. Los ciudadanos nos hemos sincronizado con una cultura en tiempo real, que, en muchos casos, consumimos con voracidad.
Estamos en un punto en el que el grado de generación de información ha sobrepasado los límites que podríamos definir como saludables. Ya con internet constatamos la diferencia entre la abundancia y el exceso; comienza a costar encontrar lo buscado, porque lo preciso se esconde entre una tupida maleza de vaguedades y mentiras. La información se tornó universal, pero la desinformación también, ambas avanzan en direcciones opuestas y el balance no es siempre positivo. Se nos pide ahora encontrar fuentes fiables para asegurarnos de que aquello encontrado es algo más que un canto de sirena.
Con la IA esto se está acrecentando. Sirva como un pequeño indicador la norma que introdujo Amazon, que limita a 3 el máximo de libros que se pueden autopublicar por día, hablamos de un máximo de unos mil libros al año, para un autor... o una IA, mejor dicho. Buscan generar ingresos mediante una técnica de saturación, similar a la pesca de arrastre. Y no es lo único. Los videos generados por IA comienzan a ser indistinguibles de los reales, alguna marca de agua todavía nos orienta, pero la calidad técnica ha dado un salto casi-definitivo para lograr dar por buena cualquier situación irreal. De los montajes de Photoshop estamos pasando a perder pie en nuestro último bastión: la imagen en movimiento.
Nuestros hijos, esos nativos digitales, van a estar expuestos a realidades e irrealidades indistinguibles, y eso es preocupante, el no saber diferenciar lo que sí existe de lo que no, tiene un coste, se perderá consciencia del planeta que habitamos. Imaginaros un Hitler defendiendo que esas imágenes de los campos de concentración son falsas. Nosotros sabemos que eso pasó, hay imágenes y testimonios que dan fe de la barbarie. Pero en nuestros tiempos ¿con qué contaremos para dar fe de bondades o atrocidades? Todo será cuestionable, la duda podrá germinar legítimamente en cualquier lugar. Y esto es, sin duda, el comienzo de una etapa de Oscuridad, en la que habrá que encontrar nuevos métodos para constatar nuestra existencia y nuestra Historia. Siempre se ha dicho que olvidar nuestros errores nos condena a repetirlos, eso era algo que tardaba 2-3 generaciones en suceder, ¿quién se acuerda de la hambruna en España? Aún nos queda el eco de nuestros abuelos, pero para nuestros hijos serán historias lejanas e irreales, casi al mismo nivel que lo que verán en el Tik-Tok de turno. No tardaremos en encontrar gente que piense que en África nadie se muere de hambre, porque habrá quien capitalizará la mentira y querrá emerger para defender su discurso de turno. Viviremos en un mundo en el que por sobre-exposición a la luz estará lleno de ciegos.
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